Se puede notar, sin ser demasiado perspicaz, una creciente sensación de hartazgo entre la población canaria. Cruceros que aún teniendo prohibida la entrada acaban atracando en las islas añadiendo aún más carga al débil sistema sanitario canario; un sector turístico más preocupado en la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas que en las repercusiones sanitarias; una estampa en los aeropuertos canarios dantesca, sin el más mínimo respeto por las medidas de prevención de contagio; una larga espera e insultante sumisión del Gobierno colonial de Canarias al beneplácito de Madrid y unos despidos en masa incluso por parte de empresas multinacionales con millonarios beneficios son otro tosco más a cargar en la espalda de Canarias. Un tosco que es cada vez más un risco, en una espalda ya marcada por los latigazos de un colonialismo que durante siglos se ha dedicado a extraer de Canarias toda riqueza posible, aunque esto costase vidas, y que hoy con una sonrisa comercial y un despreciable acto de fanfarronería nos sigue avasallando.
Si observamos el orden en la cronología de los acontecimientos recientes, vemos cómo por ejemplo se prefirió primero desplegar a los militares y vendérnoslos por la televisión que frenar la actividad turística. Observamos cómo a los turistas se les aconsejaba amablemente (aún viendo que se hacía caso omiso) regresar a sus alojamientos mientras la aplicación de la ley era para los residentes. Muchos trabajadores y autónomos veían que tras parar su actividad económica y afrontar la incertidumbre, en algunas zonas del sur de algunas islas se continuaba a pesar de las restricciones…y eso les hace replantearse cosas.
Un replanteamiento que nosotras, las personas que nos consideramos alzadas contra el colonialismo en Canarias y nos declaramos abiertamente independentistas llevamos décadas recomendando a nuestras compatriotas y que ahora mucha gente se está haciendo. ¿Acaso alguien ve positivo para Canarias tener que esperar a que desde Madrid nos den permiso a decidir sobre nuestra tierra? ¿Alguien duda que ese necesitadísimo superávit canario, el cuál España no nos deja utilizar para no descuadrarles su techo de gasto, salvaría muchas vidas en nuestra tierra? ¿Para cuántos respiradores, mascarillas, desinfectantes para manos y para superficies, tests, material de laboratorio, materiales de UCI y salarios de empleados santiarios dan todos esos millones? ¿Cuántos proveedores, seguros laborales, sueldos de empleados, alquileres, facturas de luz y teléfono podrían pagarse en esta pandemia vírica si España dejara que en Canarias empleáramos nuestro dinero para satisfacer nuestros propios intereses? ¿Cuántas familias cubrirían sus necesidades alimentarias y medicinales si Canarias gestionase su propia riqueza?
Esto es un asunto muy serio y que está costando vidas. Vidas de personas que los medios mainstream se dedican a racionalizar “porque son personas mayores o con patologías previas”, como si tener más de 60 años o tener asma fuera razón de peso para purgar a estas personas. Una poda sanitaria de la que nos intentan convencer mientras un soldado español sin guantes ni mascarilla saca pecho por la televisión “canaria”.
La ecuación es cada vez más simple: o Canarias decide por sí misma todos y cada uno de los aspectos socioeconómicos, políticos, sanitarios, defensivos, energéticos, ecológicos y laborales, o seguiremos teniendo lo que hasta hoy, que no es otra cosa que riquezas pa fuera, pobreza y abandono para dentro. La emancipación nacional y social de Canarias ya más que tratarse de una razón de justicia, es una razón de supervivencia.
Alejandro Valdivia Hernández,
coordinador insular Ahul!-Juventudes Ahora Canarias